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COVID-19 y entrenamiento: oportunidades en época de pandemia


Nos está tocando pasar una época dura, diferente, muy diferente, para la cual no estábamos preparados y que ni siquiera imaginamos vivir. Bajo mi punto de vista, no toca más que asumirlo, adaptarse a lo que hay y llevarlo lo mejor posible mientras todo se soluciona.


Está más que claro que esta pandemia nos está trayendo muchos problemas. No solo los referidos a cuestiones de salud, evidentemente los más importantes, sino también a otras cosas mucho menos relevantes pero que nos han sacado del confort al que estábamos acostumbrados. La idea de este texto no es hablar de estos problemas o inconvenientes que todos conocemos. Por el contrario, la idea es hablar de entrenamiento, en concreto, de las oportunidades que nos presenta la situación actual. Sí, pone "oportunidades".


Sé que es algo tarde, llevamos unos cuantos meses de este lío, pero creo que puede ser interesante plasmar en cuatro líneas lo que me ha tocado vivir como entrenador estos últimos meses. Algo que está siendo un revulsivo positivo en mi experiencia profesional. Un cambio en mi forma de trabajo que no había experimentado en los años dedicados al rendimiento amateur y al alto rendimiento.


Una de las cosas que más ha cambiado en la dinámica de los deportistas de competición (entiéndase esto como un deportista que entrena para competir) es el contexto. Concretamente, el calendario de competiciones, que no solo ha reducido drásticamente su número sino que además, las que hay programadas, hasta último momento no sabremos si se podrán llevar a cabo. De esto han surgido tres escenarios o tendencias:


A) Deportistas que, por motivos varios, han decidido dejar de entrenar hasta que se solucione la situación. Cuando digo dejar de entrenar, hablo de eso, de entrenar. Un proceso planificado; programado; ajustado y medido. No quiere decir que no sigan haciendo ejercicio físico.

B) Deportistas que optan por preparar las competiciones aún a sabiendas que todo el esfuerzo realizado puede no verse reflejado el día D, ya que puede que ese día D se cancele a último momento. Pertenecer a este grupo puede ser frustrante pero, considero, que si se tiene la mentalidad adecuada, se puede gestionar bien y ser positivo.


C) Deportistas que se han centrado en entrenar y, si luego surge por el camino alguna competición que vaya bien, bienvenida sea. Esta opción no es lo mejor si se aspira a llegar en una gran forma a un evento concreto. Aún así, puede que sea, según mi opinión, una gran alternativa para llevar bien estos meses y los que nos quedan, sobre todo, si somos un deportista amateur.


Este cambio en el contexto de competición, sobre todo en lo referido a un calendario más relajado, me está brindando una serie de oportunidades como entrenador que estoy intentando aprovechar al máximo. Todas ellas están relacionadas, de una u otra forma, con el hecho de tener más tiempo.


A continuación expondré brevemente algunas de estas:



Selección de los contenidos

Muchas veces, casi siempre mejor dicho, seleccionamos los objetivos de trabajo en función de tres cuestiones, las necesidades; los intereses y los recursos disponibles. Muchas veces las necesidades del deportista se ven obstaculizadas por el interés de alcanzar la mejor forma posible en un periodo de tiempo concreto. Esto se traduce en que, en un año cargado de eventos deportivos, no podamos trabajar como nos gustaría algunos contenido en concreto. Ahora mismo es un buen momento para desarrollarlos y, seguramente, nos permitan dar empujón al rendimiento en el futuro.


Progresión y tiempo de aplicación de los contenidos

Dentro de los contenidos seleccionados a desarrollar normalmente destinamos un tiempo "x" a su trabajo y progresión. Es sabido que para alcanzar las adaptaciones que deriven de un determinado trabajo es necesario un tiempo de aplicación de los estímulos. Esta respuesta es individual. Hoy podemos extender las semanas que consideremos necesarias para que se produzcan dichas adaptaciones en función de cada caso.

Sesiones "clave"

Normalmente todas las sesiones tienen importancia, aunque algunas puedan parecer secundarias todas tienen su papel en la programación. Estos últimos meses hemos seleccionado dos o tres que consideramos clave y los deportistas tienen claro que hay que hacer todo muy bien para llegar lo mejor posible a ellas. En las demás nos permitimos más flexibilidad, aspecto explicado a continuación.


Aumento de la flexibilidad

Algo en lo que insisto es que las programaciones son flexibles por lo que siempre hay que ir haciendo los ajustes necesarios. Ahora nos permitimos un margen de maniobra más amplio en las sesiones que no consideramos como "clave". Mientras respetemos algunos aspectos importantes de estas sesiones podemos adaptarlas a lo que se prefiera hacer o si surge otro plan de último momento. Cambiar correr por ruta a hacerlo por montaña; la bicicleta de montaña por la de ciclocross o incluso cambiar una sesión de carrera por una salida en bicicleta con amigos o una excursión a pie es algo que nos permitimos en la medida de lo posible. El entrenamiento cruzado se ha convertido en protagonista.


Disminución del volumen de entrenamiento de "competición"

Aquí hago referencia a sesiones con características similares a la competición. Esto involucra ritmos similares; alimentación; utilización de materiales; etc. Estas actividades según como se organicen pueden representar un estrés funcional muy alto por lo que necesitan de un tiempo de recuperación considerable, más aún si son de muy larga duración. Si no hay una competición cercana a la vista, intentamos minimizar estos trabajos, sobre todo en volumen, de esta forma conseguimos una continuidad en el desarrollo de otros contenidos ya que los deportistas llegan a trabajarlos suficientemente recuperados.


Polarizar el entrenamiento

Esto es consecuencia de algunos de los puntos anteriores, evidentemente esto dependerá de como programemos el volúmen y la intensidad del entrenamiento. Si no trabajamos alta intensidad (intensidades superiores a VT2) esta polarización no ocurrirá. Si bien, mi tendencia es siempre tener un perfil polarizado de la distribución de la intensidad, con la forma de trabajo actual esta polarización es aún mayor. Trabajamos mucho "muy suave" y un poco "muy duro".


Trabajar en grupo

Cada deportista tiene su calendario; sus ambiciones; sus necesidades; su propio nivel de rendimiento; su respuesta al estímulo de entrenamiento y cuenta con unos determinados recursos. Por todo esto, y alguna cosa más que seguro podríamos añadir, cada uno tiene su propio plan y programa de entrenamiento. Algunos de ellos pueden coincidir en varios de los aspectos nombrados y entrenar algunas sesiones juntos pero no es lo más habitual. Visto que las competiciones escasean y podemos trabajar con tranquilidad nos aprovechamos de los beneficios del grupo para sacar adelante las sesiones más exigentes. Está claro que hay que gestionar esto muy bien, con sus respectivas individualidades y adaptaciones. Para que esto salga bien, es fundamental que los deportistas estén educados para no caer en errores que nos hagan desviarnos de los objetivos de la sesión.


Utilizar de forma positiva la competición interna

Cuando nos es posible trabajar en grupo aprovechar la competencia interna, sana competencia, es una gran herramienta para que los deportistas puedan llevar adelante esas sesiones donde intentamos "rascar" los límites de su rendimiento. Si podemos repartir la responsabilidad de llevar adelante un trabajo exigente es mucho más fácil completar la tarea propuesta.


Menor exigencia psicológica

El cambio en la dinámica de trabajo de estos últimos meses nos ha permitido no acumular muchas semanas de gran exigencia. Cuando tocan semanas de este tipo, llevarlas a buen puerto es todo un desafío para los deportistas, y muchas veces, este desafío es más mental que una cuestión física. Las semanas de mayor carga de entrenamiento son duras de llevar y los deportistas experimentados lo saben. Solo ver lo que viene por delante puede generar un estrés importante. Ahora mismo, vamos mucho más relajados, como dije antes, con margen de trabajo, y esto hace que todo sea más llevadero. Por lo menos es la impresión que tengo.


Gestión de los objetivos de mejora

Si tradicionalmente tenemos que estar lo mejor posible en un número determinado de semanas al año, ahora esto no está definido tan claramente. Las mejoras llegarán a base de trabajar bien; sin pausa, pero con calma. En la continuidad está la clave, continuidad que como veremos en el siguiente punto, no siempre podemos tener.


Interferencia de las competiciones

No todos las situaciones son iguales pero algunos deportistas tienen el año, a mi gusto, muy cargado de competiciones. Esta carga puede ser autoimpuesta cuando el deportista elige su calendario, o impuesta por la modalidad deportiva, por ejemplo, participar en un modalidad de tipo "copa" donde hay mucha carreras al año y hay que adaptarse a lo que hay. Las competiciones de mucha exigencia, si queremos hacerlo bien, requieren tiempo suficiente de preparación, una puesta a punto previa de entre una y tres semanas y su consiguiente recuperación posterior para poder retomar el régimen de entrenamiento habitual. Esto último puede llevar otras 2 o 3 semanas e incluso más. Si tenemos en cuenta esto, vemos que hay 3-4 semanas (un par antes y un par después siendo generosos) donde no se entrenará de forma habitual. Un año tiene 52 semanas y si se tienen, por ejemplo, 8 competiciones que necesiten de estas fases, ya tenemos 32 semanas liadas donde probablemente no podamos acumular un buena progresión en los contenidos. A esto le podemos sumar las semanas de transición o de descanso, momentos de lesión o enfermedad, que siempre los hay, y mi pregunta es ¿cuándo acumulamos trabajo?. Lo vivido ahora está sirviendo para que se vea de forma clara la progresión que se puede tener entrenando con tranquilidad. La importancia de seleccionar bien el calendario y no "apuntarse a un bombardeo" ha quedado más de manifiesto que nunca.


Probar y equivocarnos

Equivocarme es algo habitual, forma parte del proceso de aprender, pero intento hacer mi trabajo lo mejor que sé para que esto no suceda. Hoy, en algunos casos, puedo programar actividades que normalmente no solemos hacer por miedo a errar en el resultado esperado. De aquí se podrán sacar buenas experiencias para aplicar o no en un futuro próximo.

Gestión de las lesiones o molestias.

Último punto, pero no por esto menos importante. Estos días comentaba con mi fisio de referencia que estaban trabajando más cómodos, sin prisas, ya que como hay pocas competiciones, los propios deportistas no tienen prisas por acelerar los procesos de recuperación para volver a entrenar cuanto antes y poder competir. Ahora, podemos tomarnos el tiempo que haga falta para recuperar y volver al entrenamiento poco a poco. Tiempo que muchas veces, nos vemos obligados a apurar al máximo y, a veces, sale caro. Estemos de acuerdo o no, esta es una realizada en el mundo de la competición y más aún en el alto rendimiento.


Todo lo expuesto hasta aquí no es más que mi experiencia, una opinión. No es algo aplicable a nivel general, como todo en materia de entrenamiento. Solo es una vuelta de tuerca para intentar aprovechar estos meses y los que vendrán. Pero más allá de todo esto, lo fundamental es mantener el foco de atención en lo que importa, que no debería ser otra cosa más que disfrutar del día a día. Yo por lo menos lo estoy haciendo.





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